Aliño mi comentario con una anécdota real (está sacada del periódico escolar de mi cole en aquel año):
“Un día del 2006. Salida del cole.
Un joven circula con la ventanilla abierta. Los altavoces de su coche a todo volumen. La música realmente molesta a todo el mundo (también a él, aunque no parece darse cuenta… en pocos años padecerá una sordera entre leve y media). Le hago un gesto (me tapo los oídos cuando pasa a mi lado…). Para el coche. Eleva el mentón desafiante.
- ¡Qué pasa!
- La música -replico-. Algunos padecemos de los oídos y nos molesta…
- ¡Pues a mí me mola…!
Y se marcha acelerando a modo de provocación.”
http://periodicole.blogspot.com.es/2007/05/ruidos-es-que-no-nos-importa-quedarnos.html
Hay un grado patológico de autismo, de falta de empatía, en esas actuaciones (más frecuentes de lo que se supone)… ¿No pudo imaginar ese individuo el hecho cierto de que padecía una enfermedad en el oído que me hacía particularmente sensible a los ruidos? ¿Cómo se sentiría él si yo pasara a su lado enfocándole a los ojos y disparando con un flash, sin venir a cuento? ¿Aceptaría como argumento el que yo aliviara a gusto mis gases en su presencia alegando lo a gusto que me he quedado?…
A esas elementales faltas de educación, que a veces se confunden con “libertades”, no se las da la importancia que tienen. Ya muchos comentaristas del blog han ahondado en este punto.
Yo aliento la lucha diaria en “la buena educación”, todos esos minutos de conversación, de análisis en el aula, de valoración de los pequeños detalles (que se hacen grandes poco a poco). Y ¡todos! manos a la obra. Ya lo dice un refrán africano: “Hace falta una tribu entera para educar a un niño”. Y pongo en valor los tiempos y técnicas empleados en “comprender al otro”: habilidades sociales, role playing, expresión de emociones… ¡Sí que sirven, aunque muchos se empeñen en afirmar lo contrario… y así nos va!
Y, en un guiño personal al autor de este blog, os sugiero la lectura la entrada que enlazo aquí:
http://imagenx1000palabras.blogspot.com.es/2013/05/mocion-de-orden.html
Miguel Ángel era, precisamente, el moderador en aquellas asambleas (y el gestor de la idea de la ciudad juvenil). El tema viene como anillo al dedo.